1. Mitos y Leyendas
Es un personaje de gran tamaño, utiliza un gran
sombrero, viste oscuro y con ropa oscura, quienes lo han visto dice que se
aparece de repente en el camino, y los hace correr y les grita "SI TE
ALCANZO TE LO PONGO". Se dice que persigue a las jugadoras tramposas,
borrachos y a los trasnochadores, pero en épocas remotas persigue a los
jovencitos que adquieran vicio, a los que apuestas en juegos de azar y a
quienes se pervertían en plena juventud.
Se dice de
una mujer muy sensual y con una mirada innovadora, la cual vive rodeado por
culebras, cuenta la historia que esta mujer era infiel ante su esposo,
quien al enterarse de esta situación le corto una pierna y se la entregó al
amante mientras que él se llevó a la muchacha a la selva para que ella se
muriera lentamente; ella en la selva no se murió por lo contrario le pasaron
una serie de mutaciones, aunque muchos dicen que esta fue una historia creada
para asustar a los infieles esta historia es una de las más populares de
Colombia, según los que la han visto ella aparece en los andes Huilenses.
Es un espectro con apariencia humana que lleva
una bolsa, deambula por los bosques y mide aproximadamente seis metros de alto.
Su presencia es notada cuando se escucha el sonido de su silbido y se advierte
el movimiento de las hojas en las copas de los árboles. Sus víctimas son
los borrachos que caen inconscientes debido al exceso de alcohol ingerido. Sin
embargo, no les hace daño, simplemente succiona el alcohol desde el ombligo.
Antes de convertirse en un espectro vagabundo, el Silbón fue un joven muy
malcriado que mató a su padre cuando este
último fracasó al intentar cazar un venado para la cena; ante esto, su abuelo
lo castigó a latigazos y lo desterró del hogar, maldiciéndolo. Se dice
que, en las zonas urbanas, este personaje aparece frente a algunas casas, sentado
en el cordón de la vereda, donde saca de la bolsa que lleva los huesos de su
padre y se pone a contarlos.
El Poira (o también
conocido como el Mohán), es uno de los mitos de la región Andina pertenecientes
al departamento de Tolima, y se trata de un ser que practica brujería. Vive
en una cueva con entrada submarina, y entre sus pertenencias hay cofres con
tesoros y joyas. Su apariencia es la de un humano de baja estatura, con manos y
pies grandes y barba enmarañada. Algunas de sus víctimas son los
pescadores del río Magdalena, a los cuales ataca bajo el agua, robándoles los
peces atrapados en sus atarrayas, enredando sus anzuelos y hasta volteándolos
de sus canoas. Sin embargo, sus principales víctimas son las mujeres. El
Poira atrae a las mujeres a la cueva mediante la música, aunque también se dice
que él mismo las seduce. Todos estos artilugios los consigue mediante el uso de
su magia. Sea cuál sea el camino, no se vuelve a saber nada más de las
mujeres que alguna vez visitaron su caverna. Cada mujer que visita el lugar
quedará a merced de la magia del Poira, para convertirse en una pieza de oro
que formará parte de su colección.
Un día, en una pelea
de machete, fue herido gravemente en una de sus piernas. Derrotado y humillado,
no puedo soportar la vergüenza de perder delante del pueblo, por lo que decidió
refugiarse en el socavón de una mina. Al no recibir atención médica,
este personaje tuvo que amputarse la pierna, colocando un tarro de guadua en su
lugar para completar la parte faltante. Pero el detalle está en que en ese
tarro hacía sus necesidades fisiológicas. Se dice entonces que el
Patetarro deambula por las zonas rurales, esparciendo las heces que rebalsan
del tarro de guadua, donde luego se forman gusaneras que acaban con toda vida
vegetal posible.
Cuenta la leyenda
que, una noche, una mujer alta y bien apuesta se acercó a un grupo de hombres
que bebían y pasaban un buen rato. Los hombre notaron su presencia
instantáneamente, y luego de un breve juego de coqueteos o miradas entre los
hombres y la mujer, esta última empezó a alejarse del lugar. La mujer era tan
bella que los hombres no pudieron resistir y comenzaron a seguirla. La
mujer condujo al grupo de hombres hasta el cementerio, sitio al cual el clima
festivo se trasladó. Uno de los hombres logró conquistarla y comenzó el romance
de besos y abrazos. Fue entonces cuando la apariencia de la bella mujer
cambió por la de un ser horripilante; su amante quiso desprenderse de ella,
pero sus intentos fueron infructuosos.
La mujer luego empezó a elevarse con el hombre aferrado a ella y, a una
cierta altura, lo dejó caer, incrustándolo en lo alto de la torre de una vieja
capilla. Finalmente, su figura se empezó a alargar y a desvanecerse en la
oscura noche.
Se dice que el cura
perdió la cabeza debido a una afilada orqueta del árbol al que saltó desde un
balcón, el día en que se acostó con una mujer. Ambos pensaron que los
ruidos en la entrada de la casa eran del marido de la mujer que regresaba,
cuando en realidad se trataba del ladrón que le robó el caballo, atado a la
puerta junto al cofre.
2. Coplas
Lloro mi patria querida
Y lo lejos
que estoy de ella.
También
lloro por aquella
Que
ausente de mí se mira.
República de Colombia,
Nuevo
Reino de Granada,
Para
todos hay mujeres
Solo
para mí no hay nada.
Todos los días me paso
como garza en la
laguna,
con el pescuezo
estirado
sin esperanza alguna.
La caña con ser la
caña
también tiene su dolor:
si la meten al trapiche
le parten el corazón.
Ave elegante de los
Andes,
que vives en las alturas
con tu plumaje azulado.
Exaltas nuestra cultura.
Eres símbolo de nuestra patria.
Ave gigantesca nacional, no muchos te
conocían
ni sabían cuál era tu hábitat natural.
- Hasta que el pueblo las canta
Hasta que el pueblo
las canta,
las coplas, coplas no son, y
cuando el pueblo las canta
ya nadie sabe su autor.
3. Dichos
- A río revuelto,
ganancia de pescadores.
- A veces sale más caro el
collar que el perro.
- Agua
pasada no mueve molino.
- Agua
que no has de beber, déjala correr.
- Ahí si hay mucha
tela de donde cortar.
- Al buen entendedor con pocas palabras vasta.
- Al
que a buen árbol se arrima buena sombra lo cobija.
- Al que Dios se lo da San
Pedro se lo bendiga.
- A la
larga todo se sabe.
- A la tercera va la vencida
4. Refranes
- A lo que no tiene
remedio, oídos sordos.
- A mal tiempo, buena cara.
- A quien Dios no le da
hijos, el diablo leda sobrinos.
- A quien madruga, Dios le
ayuda.
- A veces el remedio es
peor que la enfermedad.
- A grandes males
grandes remedios.
- Al final, la cabra al
monte tira lo hecho, pecho.
- Al hombre que camina no
se le paran las moscas encima.
- Al mejor cazador se le va
la liebre.
- Al perro más flaco se le
pegan las pulgas.
BIBLIOGRAFIA: